Solo podía suceder en Ayora, un nombre como pocos asociado a la producción apícola. En este lugar, donde cualquier familia tiene unas colmenas aunque se dedique a otra profesión, ha nacido Global Bee. Una empresa con una propuesta innovadora: monitorizar colmenas para poder hacer el seguimiento de su actividad en tiempo real. ¿Su objetivo? Que esta digitalización ayude a tener una población de abejas más sana y una producción de miel más controlada y, por supuesto, más rentable.

 

En el despacho de Global Bee hay plantas y pantallas. Es la doble vertiente de esta empresa nacida en Ayora y que tiene su alma dividida en dos: un parte natural y otra digital. La natural es sobradamente conocida para cualquiera que se haya aproximado al paisaje de Ayora y del Valle de Cofrentes, pero la vertiente digital de la apicultura está en fase embrionaria. De ella son responsables dos ingenieros: Evaristo Pastor y David Muñoz.

Apostar por el territorio sin renunciar al conocimiento más

Evaristo Pastor, ayorino, hace recuento de quienes estudiaban juntos el bachillerato en el pueblo y salieron de allí para estudiar a la universidad. Solo una pequeña parte regresó. Y él es uno de los pocos que hizo esa apuesta. Es cierto que su profesión ayuda, aunque también asume un grado de incertidumbre elevado. Evaristo es ingeniero de montes y lleva más de dos décadas dedicado a la consultoría. Eso exige estar siempre al día, vivir conectado y saber lo último de su sector. Solo así es posible realizar su trabajo que suele consistir en redactar proyectos para el mantenimiento de explotaciones agrarias y forestales y proponer fórmulas para que los protagonistas del sector primario actualicen sus técnicas y trabajen con datos cada vez más fiables.

Trabajar con datos abundantes y recogidos en tiempo real es una tarea que poco a poco se incorpora al campo y que la FAO está promoviendo en todo el mundo. Cuando los datos son abundantes y se usan algoritmos para la toma de decisiones lo llaman agricultura de precisión y sus resultados son muy interesantes, porque incrementa la productividad y ahorra recursos. Es una forma de trabajo que recrea de algún modo la industria 4.0, que basa su eficiencia en la acumulación de datos que son procesados con inteligencia artificial.

Dos visiones de la ingeniería para una gran idea

Evaristo comentaba esta realidad con su amigo David Muñoz, ingeniero industrial, conocedor del muy exigente sector de la automoción y experto en industria 4.0. Al cruzar sus respectivas visiones –la rural y la industrial– saltó la chispa de las buenas ideas y se puso en marcha este reto: monitorizar las colmenas para llevar la apicultura hasta otro nivel. Obtener datos relevantes que permitan saber qué está sucediendo en el interior de una caja y que su propietario pueda actuar. Pero ¿cómo?

Los ingenieros Muñoz y Pastor han pasado muchos meses en busca de la fórmula que permita hacer realidad el desafío. Fue necesario saber qué valores son realmente significativos, estudiar qué tipo de dispositivo se puede colocar en una colmena y dónde e incluso elegir el soporte; también hubo que crear el software y resolver asuntos cruciales como conectar todo ello teniendo en cuenta que, en mitad del monte, no hay enchufes que alimenten los equipos y no siempre se puede conseguir una buena cobertura de red. Una carrera agotadora contra los elementos naturales. Pero con una ventaja importante: frente a lo que sucede en la industria, donde es necesario monitorizar cada máquina, en el medio biológico nos basta con monitorizar un 5% de los elementos (las colmenas en este caso) para extrapolar los datos de manera fiable hasta en el 95% de la población de abejas.

Un sistema de uso fácil con vocación universal

Global Bee ya funciona. En la pantalla, tenemos gráficas con datos reales de algunas colmenas que están monitorizadas. Vemos la temperatura en el exterior y en el interior de la colmena, la humedad del entorno y la que hay dentro de la caja. También podemos ver el peso de las cámaras de cría y de almacenaje. Mucha información en un instante.

Pero no se trata de datos solo, sino de cómo procesarlos para convertir esos datos en conocimiento. Y de ello se ocupa el software de la compañía: puede alertar si las abejas tienen alimento suficiente o no, si están sufriendo una enfermedad o si hay muertes excesivas, puede indicar el momento óptimo de la recolección y puede, en general, medir el rendimiento de cada zona melífera. Por supuesto, también lanza aviso en caso de robo e incluso puede determinar la posición en la que se encuentra una colmena robada.

Fabricación y lanzamiento comercial

A Global Bee le ha afectado de lleno la crisis de los semiconductores. Igual que les sucede a los fabricantes de coches o a los de electrodomésticos. Pero, aunque los microchips tarden en llegar, la empresa avanza con paso firme y con la seguridad de que este proyecto, que cuenta con el apoyo de los fondos LEADER a través de RURABLE, está llegando ya a la fase de comercialización.

Como gente que se mueve en el mundo digital, Evaristo y David saben que su propuesta tiene la ventaja de ser escalable. Que el sistema podrá ir añadiendo nuevos bioindicadores, que podrá agregar nuevas capas de datos y que la unión de datos externos con los que aporte el interior de la colmena dará nuevas perspectivas a la apicultura.

Pero eso será más adelante. De momento, solo con lo que ya tienen en marcha, saben que están cambiando la forma de entender la economía de toda una comarca.

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