El proyecto de AMICA es tan simple como ambicioso: cambiar el mundo. Y hacerlo descubriendo y potenciando las capacidades de esas personas que tantas veces quedan al margen: Mari Carmen, Alejandro, Antonia, José… Personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental con las que habitualmente no cuenta el mercado de trabajo. Pero que aquí, en esta finca de Yátova, tienen una oportunidad para aprender, trabajar y sentirse útiles a la sociedad.
Las dos cuadrillas –una agrícola y la otra forestal– llegan cada mañana puntuales a la finca Mijares de Yátova. Cinco personas pertenecen al equipo agrícola y las otras cuatro al grupo forestal. Un grupo más está en su etapa formativa.
Las dos cuadrillas trabajadoras compartían tareas al inicio de su actividad, pero a medida que han ido conociendo mejor el oficio han terminado especializándose. En el primer grupo podan la viña o riegan las aromáticas, plantan perímetros de laurel, lirio o adelfas, reparan hormas de piedra seca, vendimian o recogen la aceituna, según el ciclo anual y las necesidades de los cultivos. El otro equipo se ocupa de limpiar el monte, abrir cortafuegos, señalizar senderos o mantener el abundante monte que hay en este hermosísimo espacio natural.
A simple vista se diría que no hacen nada extraordinario, que realizan los mismos trabajos rutinarios de cualquier equipo. Y eso es lo importante: porque se trata de personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental que, sin la intervención de esta organización, pasarían el día en casa o en centros ocupacionales (que en el ámbito rural no son muchos) y con escasas motivaciones vitales.
Crecer asumiendo responsabilidades
“Lo mejor de este trabajo es la variedad; que no hay dos días iguales”, dice José. Y para Alejandro, la gran ventaja es pasar la jornada laboral al aire libre “y no en un trabajo encerrado”. Lo mismo les pasa a Antonia y a Jesús, a quienes no les importa que haga frío o calor porque disfrutan de su trabajo, sin importarles la dureza que tengan algunas jornadas. Ellos cuatro y otro compañero que hoy no ha podido venir, forman la cuadrilla dedicada a las tareas agrícolas. Mañana toca recoger aceituna y la semana próxima plantarán el lavandín. Alguno de ellos había trabajado ocasionalmente en el campo acompañando a su familia, pero es en este proyecto donde han aprendido a ejecutar las tareas concretas, a asumir responsabilidades sobre ellas y a contar con un grado de independencia que jamás habrían imaginado ni estas personas ni sus familiares directos.
Lo mismo sucede en el equipo forestal. Algunos técnicos ajenos al proyecto se sorprenden al ver a estas personas (tres hombres y una mujer) con maquinaria que entraña un peligro real. Pero siempre cuentan con algún técnico de apoyo a su lado y, esto es lo más importante, su formación y su entrenamiento han sido intensivos. Y si no, que se lo digan a Mari Carmen que, para permanecer en esa cuadrilla como ella deseaba y poder seguir su ritmo de trabajo, tuvo que pasar una época de entrenamiento duro. Con una alimentación especial y un plan de trabajo físico casi de deportista de élite que, finalmente, le permitió tener la forma que hoy le permite usar una pértiga motorizada o una motosierra con soltura y habilidad.
Una larga trayectoria por la integración laboral
Para cada una de estas personas, tener un trabajo propio, sentirse útiles y disfrutar de una vida independiente es mucho más que cumplir un deseo. Es descubrir sus propias capacidades y saber que pueden seguir creciendo personalmente. Y ese es el trabajo fundamental de la asociación AMICA, una organización sin ánimo de lucro nacida en Cantabria y que promueve la integración laboral de personas con discapacidad. Lavanderías, talleres de confección o gestión de puntos limpios son algunos de sus proyectos con una trayectoria más larga. Este de Yátova, llamado Campus Diversia, es el primero que tiene un carácter rural. Y, como no podía ser de otro modo viniendo de ellos, también es un proyecto ambicioso.
Campus Diversia es un proyecto que se puso en marcha en septiembre de 2016, cuando la asociación recibió esta finca para su explotación. Se trata de un impresionante paraje de más de 400 hectáreas que atraviesa el río Mijares en el que se pueden encontrar bosques, viñedos, olivares, tierras de regadío con acequias y una casona del siglo XIX. De momento han puesto en marcha la explotación de los cultivos, el cuidado de los bosques y la elaboración de algunos productos en colaboración con empresas de la zona: tienen aceite ecológico, vino de calidad y conservas vegetales.
Pero hay más, mucho más en este proyecto que aspira a convertirse en un espacio de referencia para la educación ambiental, el turismo sostenible y la integración de personas con discapacidad. En alguno de los proyectos que se integran dentro del gran diseño de Campus Diversia estará presente la financiación gestionada por Rurable.
Paso a paso. Proyecto a proyecto
Y es que, el equipo que dirige el proyecto camina paso a paso y tiene el diseño general parcelado en pequeños proyectos. Saben que solo así podrán ponerlos en marcha: un huerto accesible para todas las personas, un hotel rural, un restaurante… Incluso un laberinto de plantas aromáticas especialmente diseñado para personas con discapacidad. La idea es que todos los elementos sirvan para mejorar la sociedad en su conjunto y, de manera especial, para potenciar las capacidades de todas las personas, trabajando desde el mundo rural por la integración.
Conoce más de Campus Diversia en su web.